A/A D. Federico Jiménez Losantos.
Me dirijo a usted para poner en su conocimiento los hechos acaecidos en Córdoba el dia 20 de noviembre del pasado año.
Como todos los años y a pesar de la persecución .a la que nos vemos sometidos, nos reunimos un grupo de españoles de edades comprendidas entre los 11 y los 90 años para asistir a un sencillo acto religioso por las almas de José Antonio Primo de Rivera, asesinado por otro gobierno socialista y golpista contra el poder legalmente constituido, osea, su república, Francisco Franco y los caídos por Dios y por España.
Aquí comienza la cadena de hechos sorprendentes.
Frente a Iglesia de la Santísima Trinidad y a escasamente 15 metros de la puerta se habían congregado unos 100 individuos de esos que llaman anti-fascistas; ya sabe don Federico, la mayoría niños bien que se aburren porque lo tienen todo en casa de papá y deciden ser anti-todo, con atrezzo completo, timbales, guitarras, etc.
Delante de ellos y dándoles la espalda, es decir, mirando hacia nosotros, la policía nacional, no menos de 20.
Como ciudadano de orden que me considero, siempre respeté a ese cuerpo hasta que Rubalcaba lo ha convertido en su guardia de asalto. Por el mismo camino va la Benemérita, y si no que se lo pregunten a las familias que accedieron a Cuelgamuros.
Terminando la misa, cuatro generaciones de “peligrosísimos” fascistas, a juzgar por el dispositivo policial, ya con casco, escudo y porra en mano, entonamos nuestra canción de amor y de guerra entre el griterío y los insultos de los demócratas, nada nuevo bajo el sol.
En un momento determinado dirijo mi vista hacia ellos y observo a un individuo que me mostraba una Ikurriña. Disculpe don Federico, ¿en el alfabeto vascuence existe la “ñ”? Me parece una letra demasiado española. La bandera de un considerable tamaño estaba decorada con un hacha y una serpiente ascendiendo por un tronco, abajo las siglas E.T.A.
Me tuve que pellizcar la oreja varias veces por si estaba teniendo una pesadilla, por si soñaba estar en un mitin de Arnaldo Otegui. Uno de los asistentes a la misa se acercó al cordón policial con la mala fortuna de que tres funcionarios del cuerpo nacional de policía en un gesto de valentía que estoy seguro no tendrían de estar en Bilbao, cumpliendo con celo su obligación , lo acompañaron a su sombrío y oscuro callejón adyacente, donde lo apalearon con nocturnidad y alevosía, en pos del orden público y de la seguridad de la ciudadanía, tan bien educada últimamente. De cada una de sus heridas brota la razón que nos mantendrá firmes.
La concentración anti-fascista contaba con la autorización del subdelegado del gobierno de Córdoba.
En resumen don Federico, las autoridades consienten dicha concentración anti-española y proetarra, dándole protección a 100 individuos con 20 funcionarios de C.N.P. dispuestos a todo para salvarlos de un pequeño grupo, en su mayoría ancianos y adolescentes, reunidos para honrar a los que ya no están entre nosotros, reunidos porque queremos seguir siendo españoles.
Don Federico, mis respetos y le animo a que siga en pie con su pluma y su palabra. Continúe siendo martillo de esta progresía, podrida y bastarda que ordena a las victimas que le muestren la nuca a sus verdugos…con su casco y con su porra.
Me dirijo a usted para poner en su conocimiento los hechos acaecidos en Córdoba el dia 20 de noviembre del pasado año.
Como todos los años y a pesar de la persecución .a la que nos vemos sometidos, nos reunimos un grupo de españoles de edades comprendidas entre los 11 y los 90 años para asistir a un sencillo acto religioso por las almas de José Antonio Primo de Rivera, asesinado por otro gobierno socialista y golpista contra el poder legalmente constituido, osea, su república, Francisco Franco y los caídos por Dios y por España.
Aquí comienza la cadena de hechos sorprendentes.
Frente a Iglesia de la Santísima Trinidad y a escasamente 15 metros de la puerta se habían congregado unos 100 individuos de esos que llaman anti-fascistas; ya sabe don Federico, la mayoría niños bien que se aburren porque lo tienen todo en casa de papá y deciden ser anti-todo, con atrezzo completo, timbales, guitarras, etc.
Delante de ellos y dándoles la espalda, es decir, mirando hacia nosotros, la policía nacional, no menos de 20.
Como ciudadano de orden que me considero, siempre respeté a ese cuerpo hasta que Rubalcaba lo ha convertido en su guardia de asalto. Por el mismo camino va la Benemérita, y si no que se lo pregunten a las familias que accedieron a Cuelgamuros.
Terminando la misa, cuatro generaciones de “peligrosísimos” fascistas, a juzgar por el dispositivo policial, ya con casco, escudo y porra en mano, entonamos nuestra canción de amor y de guerra entre el griterío y los insultos de los demócratas, nada nuevo bajo el sol.
En un momento determinado dirijo mi vista hacia ellos y observo a un individuo que me mostraba una Ikurriña. Disculpe don Federico, ¿en el alfabeto vascuence existe la “ñ”? Me parece una letra demasiado española. La bandera de un considerable tamaño estaba decorada con un hacha y una serpiente ascendiendo por un tronco, abajo las siglas E.T.A.
Me tuve que pellizcar la oreja varias veces por si estaba teniendo una pesadilla, por si soñaba estar en un mitin de Arnaldo Otegui. Uno de los asistentes a la misa se acercó al cordón policial con la mala fortuna de que tres funcionarios del cuerpo nacional de policía en un gesto de valentía que estoy seguro no tendrían de estar en Bilbao, cumpliendo con celo su obligación , lo acompañaron a su sombrío y oscuro callejón adyacente, donde lo apalearon con nocturnidad y alevosía, en pos del orden público y de la seguridad de la ciudadanía, tan bien educada últimamente. De cada una de sus heridas brota la razón que nos mantendrá firmes.
La concentración anti-fascista contaba con la autorización del subdelegado del gobierno de Córdoba.
En resumen don Federico, las autoridades consienten dicha concentración anti-española y proetarra, dándole protección a 100 individuos con 20 funcionarios de C.N.P. dispuestos a todo para salvarlos de un pequeño grupo, en su mayoría ancianos y adolescentes, reunidos para honrar a los que ya no están entre nosotros, reunidos porque queremos seguir siendo españoles.
Don Federico, mis respetos y le animo a que siga en pie con su pluma y su palabra. Continúe siendo martillo de esta progresía, podrida y bastarda que ordena a las victimas que le muestren la nuca a sus verdugos…con su casco y con su porra.
Le saluda atte.
J.A. GARCÍA MUÑOZ
J.A. GARCÍA MUÑOZ